miércoles, 28 de julio de 2010

Babilonia

Babilonia, vestía dorada aquel día.
Su puesta de sol era tan dorada como los muros de su palacio, una ciudad de esperanzas
para gente sin fé. Unos muros que guardan riquezas intangibles que son incomprensibles para muchas de las personas que habitamos este mundo.

El cielo se extiende más allá de sus montañas como una cortina de fuego, el sol se alza similar a un diamante rosado por los años y anaranjado por su calor. Haría a un ciego recuperar su vista y a un sordo recuperar sus oidos. Al menos eso dice la leyenda,cada arbol de su bosque infinito esta perfumado por un aroma de dulzura que no llega a resultar empalagoso. Un río sin caudal sin anchura y sin forma atraviesa la ciudad, en su fondo diminutas piedrecitas doradas hacen eco del brillo del sol.

Babilonia se llama la tierra donde se criaron guerreros de todo el mundo, luchadores de cualquier rincón, filósofos insaciables en busca de culturas nuevas.

No hay corazón donde quepan sus muros, no hay mirada que no sienta su belleza. Incluso el más timido soplo de aire se acerca sombrado a su puerta, a la que nadie llama ya, a la que nadie cruza ya.

Pues gracias al diablo, sus muros dorados, sus arboles frutales, sus piramides sin fin y su brillo poderoso se sumergieron en un reino de sombras que rozan el cielo. Y que desde el mismo olimpo de Marte puedes contemplar.

El pasado fue mejor, al menos eso será lo que digamos en el futuro. Por eso, no pienses que seguirás igual de frágil e igual de bella siempre. Pero si te sumes en la oscuridad, iré contigo.

martes, 27 de julio de 2010

¿Quien Soy?

El otro día mientras escuchaba música me preguntaba si realmente es necesario decirle a alguien cuando te sientes herido. No llegué a ninguna conclusión, porque a veces es realmente necesario hacerlo y otras tantas suelo sucumbir al silencio que, francamente, no me ayuda para nada.

Hasta ahora he escrito 11 entradas literarias, todas salidas de mi mente. Esta es la primera entrada que no sale de mi cabeza sale de mi corazón. Realmente, aunque pueda parecer algo modesto tengo amor propio. Quizás a veces exagere o quizás sea cierto que verdaderamente no tenga a nadie aquí; Eso no importa mucho. Porque sea como sea me siento así. Y no se lo desearía a nadie.

¿Pero existe realmente alguna salida? es horrible perder a gente, aunque aun te queden 2 o quizás 3. Te sientes realmente solo. A veces simplemente me gustaría no consumirme en este pueblo al que yo literalmente considero mi prisión: No puedo salir, no tengo libertad y no me siento bien. Es mi vida y la acepto y quizás me pudra aquí.

Por suerte o por desgracia aún quedan años para eso. De lo que me siento realmente orgulloso estos últimos años ha sido de mis amigos, que basicamente en este aspecto me podría comparar con un sacerdote. Soy consciente de que suena estúpido, pero ya se habrán preguntado por que ¿no?

El sacerdote se considera una oveja perdida en el mundo que ama a su Dios sobre todas las cosas y pondría su alma y su vida en sus manos y tiene fé de que aunque no le ve, el realmente existe y para él es como su mensaje de salvación.

Pues bien, esto es lo que siento por mis amigos; una fe tan enorme que no cabría en este mundo y una afectuosidad muy profunda. Día tras día los echo de menos y tengo fe en que me quieren y en que los veré, pues realmente creo que uno de esos señores de bata blanca a los que respeto mucho por cierto no sienten ni la mitad de amor por su Dios del que yo siento por mis amigos.

A veces, y cuando digo a veces son muchas veces. La tristeza acuna a mi corazón en un manto de sombras que ni siquiera el lector puede imaginar; pues después de todo es muy dificil amar a tanta gente y no tenerles cerca para abrazarles. Pero desde siempre me ha quedado el consuelo de hablarles, ya que, cada conversación con ellos es tan cálida como un abrazo. Puede que haya perdido el calor humano y puede que lo haya perdido casi todo, pero realmente me siento orgulloso de tenerles conmigo.

Pues después de todo, ellos han echo menos oscuros los dias nublados y más brillantes los días de sol. Puede que mi historia esté llena de distancia y puede que hasta un poco de odio hacia donde procedo. Pero eso no es motivo para estar triste. Pues, tras años, algunos más duros que otros he llegado a la conclusión de que si algo me queda en la vida son tres cosas.

Fe, Esperanza y mis amigos que aunque esten en la otra punta tengo claro que los amo más que a mi vida.

martes, 8 de diciembre de 2009

La Caverna Helada

Año 1939, los nazis están al poder y las tropas de Hitler acosan a Francia y a mi pueblo, Cassé.

Los ciudadanos judíos de Cassé deciden rebelarse contra la tropa alemana que se encargaría de matar a los judíos que hay en Cassé.

Mi padre Etienne piensa que es una tontería así que nos camuflamos en el sótano esperando que los disparos acabasen.

La oscuridad del sótano nos envolvía y me temblaban las piernas quizás de miedo o tal vez de frio, estaba oscuro y solo teníamos encendida una pequeña lámpara sobre una mesa.

Los leves destellos ocres de la lámpara solo nos iluminaban una parte de la habitación, con la oscuridad en los rincones apenas podía distinguir algunas siluetas.

Los disparos de los nazis y de los ciudadanos que se habían rebelado terminaron hace 15 minutos.

- Papá ¿podemos salir ya? – pregunté con la voz temblorosa.
- Sebastian es mejor aguardar un poco más – me dijo asustado.

el tiempo pasaba muy lento en aquella prisión congelada, varias ratas correteaban por el suelo. No las veía por la oscuridad pero podía escuchar sus débiles pasos correteando de un lado a otro.

Escuchamos la puerta abrirse de una patada, y el paso de unos soldados nazis. Mientras hablaban en una lengua que yo no comprendía y se reían.

Mi padre me puso la mano en los labios para impedir que hiciese ruido, por suerte para nosotros la puerta que daba a nuestro sótano estaba muy bien oculta entre el tablado del suelo, tras unos minutos en los que se dedicaron a tirar mesas y sillas a base de patadas y a mover muebles se marcharon.

Esperamos alrededor de media hora y al final salimos de aquella caverna helada, los muebles de nuestro salón estaban tirados por el suelo y algunos destrozados.

Mi padre había construido muchos de ellos con mucho esfuerzo y dedicación ya que su salario no era lo bastante alto para permitirse muebles hermosos y resistentes.

Aun así eran muy bellos, las cortinas también estaban destrozadas probablemente fuese obra de una bayoneta o algo similar.

Había varias botellas rotas en el suelo, supongo que mientras registraban la casa bebían algún tipo de whisky o coñac.

Con dolor y cautela salimos de nuestra casa que era pasto de la devastación. Cassé estaba aun peor, la bóveda del cielo se alzaba sobre
un paisaje apocalíptico en forma de miles de cenizas.

Dos aviones charter y una pequeña tropa de cerca de cincuenta soldados nazis habían destrozado nuestro pueblo, ese que tanto amábamos.

Las ruinas de los edificios se alzaban sobre el suelo de piedra que soportaba el peso de nuestros pies y de nuestra pena.

Fuimos avanzando de forma cautelosa buscando algún superviviente entre las montañas de edificios destrozados, pero solo había cadáveres de mujeres, hombres y también de niños; algunos menores que yo y otros de mi edad.

Pronto escuchamos voces de soldados nazis, nos asomamos por la esquina de un edificio con mucha confidencia y vimos algo que me marcó para siempre. Un alto mando nazi junto con cerca de veinte soldados estaban alineados apuntando con sus fusiles cargados con balas y maldad a aproximadamente una centena de habitantes de Cassé. Todos desnudos y con una bolsa tapándole la cara, el alto mando estaba sentado en una silla fumando de una pipa. De pronto exclamó “FEUER!” y todos los soldados se pusieron a disparar contra los ciudadanos de una forma hostil y sin compasión.

En aquel momento no sabía si estaba llorando o no, solo sé que me dolía respirar y que podía ver las lágrimas de mi padre cristalizadas por el frio.

La sangre saltaba de un sitio a otro, los gritos de dolor se escuchaban por encima del sonido de los fusiles.

En aquel momento sabía que mi padre estaba retorciéndose de dolor, ya que la muerte de mi madre Esther le perseguía como una bruma que devoraba su corazón y todo su ser.

Cuando acabaron, todos los nazis se reían, muchos de ellos estaban manchados de la sangre de Cassé y también manchados de maldad.
Era una imagen horrible ver como reían al igual que monstruos y también los cientos de casquillos de balas sobre el suelo sangriento.

Mi padre me cogió en brazos y me sacó corriendo de aquel pueblo que ahora era un santuario de cenizas.

Mientras corríamos desesperados por las calles de Cassé en busca de una salida, yo solo notaba como me temblaban las piernas y veía como las nubes más oscuras tapaban el sol que parecía llorar por la muerte de todo un pueblo.

Cuando salimos de allí lo único que vi cuando miré atrás fue el cadáver de una ciudad que ya tan solo era otro sitio plagado de destrucción y de maleza.

sábado, 24 de octubre de 2009

Heridas De Sal.

Cierro los ojos y veo lo mismo, miro al sol y tanta luz me ciega.
Juega el aire con mis emociones dibujando sus ojos en el horizonte
prisionero del alba los rayos de sol solo echan sal a mi herida

voy mar adentro sin rumbo, no hay lucero mas brillante en el universo
que venus.

las olas me pierden cerca del canto de las sirenas, varado en la costa
más rocosa perdido en un pueblo sumergido busco tesoros pero mis ojos
solo ven sal

endulzan las damas de noche el aire con su aroma, y solo respirar me envenena
sigo buscando tesoros en lagos y rios pero solo veo los rayos carmesíes
que iluminan las flores de loto.

Perdido y sin rumbo.

martes, 6 de octubre de 2009

Bocetos desde el Orfanato.

Yo era lo que se podría decir un chico invisible, me quedé sin padres. Y me llevaron a este orfanato cuando era muy pequeño, la señora Alice siempre había cuidado de mí, siempre que una familia llegaba al orfanato ella me decía "Verás como te adoptan" mientras me ajustaba la pajarita, me terminaba de peinar y me ofrecía su mejor sonrisa.

Pero nunca llegaba ese día, todas las familias se llevaban a los chicos más altos a los más fuertes y a los más robustos. Por eso me considero un chico invisible, el orfanato en el fondo no era tan malo.

Viviamos como una familia muy grande con una cosa en común: a pesar de ser una familia, nadie de nosotros sabiamos que era una familia.

Mi nombre es Peter. Mí apellido se lo llevaron mis padres, aquí no estaba solo como ya dije somos una gran familia tengo a la señora Alice y a algunos amigos como Frank, Tom, April o Bob.

Para algunos es muy duro que otros se marchen, por ejemplo April le había prometido a Bob que se iban a casar. Aún faltaba mucho pues tenían 13 años. Pero April dijo que aguantarían, aquella tarde de Octubre una mujer bastante robusta se llevó a Bob.

Tuvo que llevarlo a rastras, Bob no se quería separar de April, April ese día lloró mucho. El orfanato era así unos se iban otros venían. Podías tener suerte y ser feliz o podías no tenerla y ser un chico invisible como yo.

lunes, 5 de octubre de 2009

Lady González, la señora que no sabía ser señora.

Ojalá lo que escribo ahora mismo se tratase de un cuento, donde nada es real y los personajes son parte de mi imaginación, desgraciadamente estas lineas son ciertas al cien por cien.

Esta es una historia llena de venganza, de traición, de dinero, de poder y de tristeza y todo gira en torno a una mujer. Que creía ser la reina del mundo. Ella era poderosa y ambiciosa pero la envidia a sus propios hijos le frenaba y le cegaba.

Alguna gente la llamaba Lady González, una mujer que en su tiempo era hermosa. Se casó con un simple ferroviario. Y tuvieron ocho hijos entre sus hijos se encuentra mi madre.

Mi madre no tuvo infancia, no tuvo adolescencia y sus hermanos tampoco. Desde que nacieron estuvieron trabajando en un entorno de servidumbre y pobreza. Todo para servir a una desdichada bruja, Lady González.

Mi abuelo solo vivía para mantenerla, era su esclavo, su siervo. Ella no amaba no quería pero la envidia la mataba.

Mi abuelo solo se quedó con ella por proteger a sus hijos... solo cuando los ocho nacieron se corrió una cortina, una cortina a lo más oscuro.

Él trabajaba cerca de nueve horas y apenas ganaba dinero, pero todo lo que ganaba era para esa mujer cruel y malvada.

"Mira que colores tiene tu padre, esos no los tengo ni yo" decía mi abuela a mi madre, el siempre para almorzar llevaba una simple manzana y un mísero café, incluso eso aprovechaba esa asquerosa bruja para reirse de él.

Nosé si su color era por falta de hambre o quizás por falta de oxigeno...
poco a poco aquella bruja ya no era una sirena, no era bella y no atraía a los hombre
poco a poco se transformó en una anciana. Pero por dentro no cambió siempre buscaba la fortuna y también buscaba la ruína de los demás.

mi madre trabajaba día y noche solo para servir sus caprichos... hasta que poco a poco aquella bruja se quedo en la soledad todos sus hijos se casaron y se fueron y tuvieron hijos.

y un día mi abuelo, despues de desvivirse por protegernos de aquella mujer. Murió.
Entonces esa anciana... que solo tenía maldad intento vender todas sus posesiones sus tierras su casa.

Y obtener toda su herencia. Por suerte para mi familia mi abuelo le dio el golpe final a aquella vieja mujer, y dejó toda su herencia a sus hijos.

Por ello , ella jamás nos vencerá. Nunca podra hacerse con su fortuna ni condenarnos otra vez como lo hizo en su tiempo.

Esa mujer hubiese sido capaz de matar ¿lo hizo? es una posibilidad pero a mi juicio no fue así.

Mi abuelo llegó un dia, su sueldo no le daba para mucho así que cada mes invertía en la once. Su última semana de vida, consiguió un premio.

Puedo recordar aquel momento. Le dijo a mi madre:

"Me voy a morir...guardate esto y no se lo digas a tu madre! podria ser malo"

despues le dió un beso en la mejilla y medio llorando también se despidió de nosotros.

Yo no entendía que pasaba, pero sabía que no le volvería a ver.

Mi abuela despues de buscarnos toda aquella ruína, está sola en su casa...
maquinando en su cerebro tan astuto como volver a arruinarnos.

Cuando tengo que verla, y veo a sus ojos veo un sentimiento pero... es maldad o ¿quizás es dolor?

lunes, 21 de septiembre de 2009

La Ciudad de las Hormigas

Cientos de hormigas, se alzaban majestuosamente sobre mí. Al principio estaba asustado pero me di cuenta que me ignoraban. Continuamente iban de un lado a otro , trabajando sin demora.

Mi posición era bastante privilegiada,podía abarcar toda la ciudad con mis ojos.
me dispuse a avanzar, las hormigas seguían en su trabajo como si yo fuese invisible.

Pude percatarme de que algunas parecían hablar un idioma que yo no comprendía, pronto descubrí su hormiguero. Decidí introducirme en aquel monticulo que tenía forma de volcán. Miles de hormigas salían de allí como si se tratase de magma.

Dentro del hormiguero, su ciudad estaba dividida en millones de pequeñas habitaciones que en conjunto formaban un gran bloque donde residían todas. Pasé a una y vi a dos hormigas besandose en un salón que tenía su respectiva mesa con su mantel y su chimenea. De nuevo no se percataron de mi presencia, ahora lo entendía. Ellas creaban su propio mundo, curioso y organizado mientras nosotros viviamos en el nuestro sin prestarles atención solo por ser más pequeñas.

Ellas parecían mucho más listas que nosotros. Salí de aquella habitación y me introduje en otra, Vi a una hormiga leyendo un pequeño libro en un idioma extraño
a otra hormiga pequeña que reposaba en una cama de madera.

Entre en docenas de habitaciones y en todas ellas había vida civilizada.
salí de aquel hormiguero y subí a otro pequeño montículo.

desde allí se divisaba un cartel que decía:

"La Ciudad de las Hormigas"